La Guerra de Dominga

La Guerra de Dominga

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El proyecto minero-portuario Dominga, ligado al grupo Andes Iron, amenaza con destruir irreparablemente las costas e interiores de La Higuera, estableciendo dos minas a tajo abierto (con una “rentabilidad” de solo 22 años) además de la instalación de un megapuerto (Cruz Grande) en la zona cercana a la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, ubicada en el límite entre las regiones de Atacama y Coquimbo.

Dominga no promete nada nuevo, la misma megadestrucción extractivista a la que nos hemos acostumbrado en las últimas décadas.

El proyecto minero-portuario se inserta además en la lógica de acuerdos internacionales para la extracción de “recursos naturales” y su circulación mediante la integración de carreteras, empresas, puertos, etc. como plantea el suspendido (?) IIRSA. En este profundo plan internacional, los mismos de siempre quedamos con la peor parte. Dominga no promete nada nuevo, la misma megadestrucción extractivista a la que nos hemos acostumbrado en las últimas décadas. Andes Iron contaminará las costas y la corriente de Humboldt esparcirá esa contaminación de sur a norte, como han venido señalando varios científicos locales como Armando Mujica, biólogo marino de la Universidad Católica del Norte (UCN).

El proyecto minero-portuario se inserta además en la lógica de acuerdos internacionales para la extracción de “recursos naturales”

Sin embargo, no solo ha existido una oposición científica, sino que ha sido la misma comunidad la que ha rechazado este tipo de proyectos, tanto hoy como ayer. Basta recordar aquel combativo año 2010, en que ante una enérgica presión social, el presidente Piñera llamaba por teléfono a sus amigos gerentes de la Termoeléctrica Barrancones (Suez Energy) para que suspendieran el proyecto por un tiempo, que amenazaba con instalarse en la misma zona que hoy reclama el proyecto Cruz Grande. En aquel entonces, el intendente Sergio Gahona (UDI) intentaba a toda costa mantener el proyecto Barrancones, mediante su aprobación local en la Comisión Regional del Medio Ambiente (COREMA), estipulando que este proyecto traería enormes oportunidades de trabajo para la población local. Tal argumento, como vemos, vuelve a repetirse.

A principios de marzo de 2017, el escenario volvió a encenderse. Aunque esta vez habían algunos cambios interesantes: el antiguo partido del orden (reconvertido en Nueva Mayoría) volvía a la Moneda, y sus lacayos regionales, encabezados por Claudio Ibáñez (PPD) desplazaban a Gahona y sus secuaces de la intendencia de Coquimbo. Aun así, lo esperable era que no cambiase la opinión del gobierno frente al proyecto, la intención de la Nueva Fechoría era que Dominga se aprobara en la Comisión de Evaluación Ambiental de Coquimbo, sin embargo; ante el enorme descredito social del proyecto, así como la opinión de científicos y organizaciones sociales de la zona, el proyecto minero-portuario no se aprobó. En Andes Iron pusieron el grito en el cielo y amenazaron con presentar el proyecto en la Moneda, ante un consejo de ministros ad-hoc. Así mismo, movilizaron sus influencias en la zona, convocando el apoyo del mismo alcalde de la Higuera, Yerko Galleguillos (UDI) en compañía de los concejales, quienes orgullosos presentaban en la misma página de la Municipalidad, las enormes oportunidades de trabajo que traería Dominga.

Esta estrategia no quedó allí, Andes Iron siguió moviendo sus hilos, desnudando las profundas alianzas existentes con los caciques locales. Así, la empresa realizó una feria laboral a finales de julio en el estacionamiento del Mall Plaza de La Serena, bajo la consigna: “Prepárate para Dominga”, y es que; aunque el proyecto no estuviera aprobado, en Andes Iron sabían que esa decisión podía ser revocada si la población pedía el proyecto. El diario El Día, en completa sintonía con Dominga, publicaba en su edición del 23 de Julio, que tal feria habría culminado con éxito, pues “evidenció el alto interés de la región en conocer de cerca el Proyecto Dominga, sus oportunidades laborales y desafíos”.

La maquinaria política de Dominga continuó. Sus tentáculos llegaban hasta la misma población de la Higuera, por medio de una tosca simulación local de un “movimiento ciudadano” que exigía la instalación del proyecto. La intención de organizaciones instrumentales como ‘Frente Higueriano’ o la ‘Mesa Comunal de la Higuera’ era dar la apariencia de un movimiento social reivindicativo, muy conectado con los tiempos. Este tipo de organizaciones (cuya creación no supera más allá de marzo del 2017) cortaron caminos con barricadas a la altura de Los Choros, protestaron en la ciudad de la Serena frente a la intendencia y fueron amplificados por los medios de comunicación serviles a Dominga. El discurso de este “movimiento ciudadano” estaba en la misma línea de Gahona y Galleguillos: Trabajo y desarrollo. Ambas promesas bastante interpretables.

Lo más interesante de este falso movimiento es, a mi juicio, la utilización de un discurso -supuestamente- “antipolítico”, que en este caso, beneficia a la derecha y al gran empresariado. Según Frente Higueriano, Dominga no fue aprobada debido a la alianza existente entre políticos corruptos y ONG’s ambientalistas, no porque la empresa contaminara o porque su promesa de desarrollo consistiera en extraer “materias primas” sin “valor agregado”, en un medio erosionado por las actividades económicas del extractivismo. No. Para ellos el asunto se reducía a que “los corruptos de siempre” se asociaron con el movimiento ambientalista, también corrupto, claro.

Así las cosas, la puerta queda entre abierta para que este nuevo gobierno de luz verde a las próximas empresas extractivas que busquen establecerse en la zona o para reactivar el proyecto Dominga.

Finalmente, durante la penúltima semana de agosto, el conflicto entró al consejo de ministros solicitado por Dominga, quienes nerviosos negaron la aprobación del proyecto, argumentando como razones “técnicas” la falta de mitigación por parte de Andes Iron de sus desechos mineros en el puerto Cruz Grande, empero; nada se habló de la parte minera del proyecto, menos de la orientación extractiva de este. Es decir, nunca estuvo en cuestión el manoseado asunto del desarrollo, más bien se asume que Dominga si corresponde a un “proyecto desarrollista”, pero que no consideró mitigar sus desechos en un medio ecológico tan frágil como la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt. Así las cosas, la puerta queda entre abierta para que este nuevo gobierno de luz verde a las próximas empresas extractivas que busquen establecerse en la zona o para reactivar el proyecto Dominga.

Escrito por Biofilo
Publicado en Rebeldías N°3, Otoño 2018.

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