El actual número de la revista contiene un suplemento de Memoria Histórica, gratuito titulado «Violencia Nacista en Chile de los años 30′«

Luego de largos meses, estamos de vuelta. Y no poco habría que decir del último tiempo, en relación a la situación social y política que ha atravesado el territorio ocupado por el Estado chileno. Muchas cosas, sin duda, pero un lugar privilegiado han tenido las movilizaciones feministas del primer semestre del 2018. Las innumerables, marchas, tomas, mítines y protestas realizadas por las mujeres movilizadas, sin duda apretaron al gobierno de turno, presionándolo a responder con una espuria y absurda “agenda mujer”, que más que fomentar cambios reales en el sistema político en relación a las desigualdades de género, sólo dejaba en evidencia en discurso misógino y patriarcal que atraviesa al gobierno de turno, así como al sistema político formal en su conjunto.
Pero más allá de los cambios que se podrían haber propiciado en el Estado (sabemos que ningún cambio social, económico, político o cultural de consideración vendrá de éste), un triunfo indiscutible del movimiento feminista fue la “instalación” de ciertos temas y problemáticas en la agenda pública, debatiéndose, cuestionándose y poniéndose en tensión los privilegios de género y la violencia patriarcal en sus diferentes niveles y formas. El cambio “cultural” fue indiscutible, y eso podía sentirse, desde el taxista fascista que se quejaba de las mujeres con las “tetas al aire”, hasta las múltiples compañeras que tomaron valor para denunciar las prácticas misóginas y violentas que habían tenido que sufrir en sus vidas (muchas veces de parte de algún “compañero”).
Aunque es necesario reconocer y poner el valor el importante triunfo simbólico y experiencial de este “año feminista”, es necesario también el cuestionar y reflexionar sobre la pregunta, ¿ahora qué? Si algo nos han demostrado las grandes movilizaciones de los últimos años (estudiantiles, No + AFP, entre otras), es la fortaleza y flexibilidad que los sectores dominantes pueden tener para cooptar o resistir a los embates de los movimientos sociales, obligando a los mismos a quedar en prácticas vacías y sin proyección política (como las marchas de No + AFP). Se vuelve imprescindible, por tanto, el generar propuestas autónomas que permitan la proliferación y sostenimiento del avance feminista, en los territorios que ya se encuentran en disputa (como en las universidades), así como en territorios en donde aún no se avanza de manera importante (como en algunas poblaciones populares, por ejemplo).
Es necesario que no seamos conformistas con los triunfos “morales” o “culturales”, puesto que esas victorias, loables y respetables, también son efímeras y en constantes disputas. En evidencia nos queda el avance de los movimientos neofascistas que, sin duda, están haciendo eco al sentimiento de “derrota ideológica” que la rancia derecha chilena viene denunciando desde ya algún tiempo. Algunos grupos neofascistas (Acción Identitaria, Movimiento Social Patriota, ente otros), han comenzado una ofensiva en este plano, buscando acaparar pantalla en los medios masivos, así como en redes sociales, para instalar sus discursos racistas, misóginos y xenófobos como una “opinión válida”, atribuyéndose la defensa de supuestos valores “nacionales” que el avance de las luchas sociales y populares estarían amenazando.
El llamado es a fortalecer la organización y construcción efectiva, de forma autónoma, desde abajo y con proyecciones concretas, para que los triunfos alcanzados no sean únicamente testimoniales, sino que se conformen como cimientos sólidos para la construcción de un mundo nuevo.
Equipo Editorial de Revista Rebeldías
Primavera 2018
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Rebeldías Nº4, Primavera 2018
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Suplemento Memoria Histórica: Violencia Nacista en Chile de los años 30′
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